Los árboles: sumideros naturales de CO2
Un proverbio Griego dice:
Una sociedad se hace más grande cuando los ancianos plantan árboles a sabiendas de que nunca se sentarán en su sombra. .
Cada vez sentimos más la necesidad de perdernos en la naturaleza para volver al origen.
No es banal, en ella encontramos diversidad de animales, plantas y, por supuesto, el alma de los bosques: los árboles.
El protagonismo de estos ancestrales amigos radica no sólo en su forma sino también en la capacidad de absorber grandes cantidades de CO2 producidas por el ser humano debido al calentamiento global. Su fama como sumideros naturales de dióxido de carbono está muy extendida y son muchos los estudios internacionales que se han dedicado a su análisis pormenorizado.
Un árbol, no sólo absorbe CO2 y otros gases de efecto invernadero, sino que además es fuente de vida, ya que emite oxígeno.
A medida que el árbol va creciendo, va atrapando el calor circundante como lo atestiguan los anillos de su tronco conformados por capas hechas de carbono.
Cuanto más gruesa es la misma, más CO2 ha acumulado.
Su capacidad para contrarrestar los gases sucios que emitimos a la atmósfera se calcula en unos 30 Kg de CO2 por árbol al año. Para que te hagas una idea, para compensar el CO2 emitido por un hogar en un año, harían falta 83 árboles.
Pero no todas las especies son igual de eficientes en la lucha contra el cambio climático. En España, el abeto, el cedro, el ciprés, el enebro y el pino ostentan la insignia por ser los más eficaces.
Aunque la reforestación se ha apuntado como la solución más rápida, desde Womwatt creemos más en la capacidad de mantener los recursos naturales existentes. Sirva como dato alarmante, que el año pasado se perdieron 38.000 kilómetros cuadrados de bosques, que equivalen a un campo de fútbol cada seis segundos (datos suministrados por Global Forest Watch).